Damián “Tito” Guerra cumpliría 80 años

Damián “Tito” Guerra, uno de los referentes de la historia del teatro independiente de Jujuy, cumpliría el próximo sábado 80 años de su nacimiento, y en este sentido, el Grupo Jujeño de Teatro, que él fundó en los ‘80, le rendirá un homenaje con la puesta en escena de “Ladran Pancho”.

Guerra falleció en 1999, y su trascendencia fue tal que la Escuela Provincial de Teatro lleva su nombre, porque él fue uno de los que diseñó el proyecto de su creación, aunque no haya vivido para ver su inauguración, y también por lo fundamental de su arte escénico desde Jujuy al país.

Conversamos con Gladys Tapia, escritora y una de las últimas integrantes en sumarse en su momento al Grupo Jujeño de Teatro, que en sus inicios fue escuela de actores muy jóvenes, de 17 y 22 años, entre los que se encontraban artistas que hoy suman a su prestigio y trayectoria, una larga historia de trabajos destacados. Fueron parte de esta formación y de esta compañía, Silvia Gallegos, Alejandro Aldana, Carlos Soruco, Marín Reynaga, Dante Quispe, Miguel Chauqui, Carlos Palacios, René López, María Ester Carvallo, Efraín Quinteros, Ricardo Barrionuevo, Néstor Zapata, Luis Aranda, Carlos Carella, Miguel Quiroga, Oscar Quiroga, Rosita Avila, por mencionar sólo algunos.

La forma de homenajearlo es con la presentación este viernes a las 21, en la sala “Raúl Galán” del Teatro Mitre, de la obra “Ladran Pancho”, escrita por Gladys Tapia, que cuenta con las actuaciones de Alejandro Aldana y Dante Quispe y la dirección de Carlos Soruco. Se estrenó este año, y es la puesta en escena más nueva del grupo. Cuando Tito falleció, el grupo entró en un tiempo largo de silencio, hasta que sus integrantes, volvieron a reunirse en oportunidad del homenaje que Entepola Jujuy (Encuentro de Teatro Popular Latinoamericano) le hizo hace algunos años. Fue entonces que el Grupo Jujeño de Teatro volvió a las tablas para revivir varias de las producciones con las que se había ganado un lugar de oro en el teatro provincial.

Gladys en conversación con nuestro diario explicó primero que decidieron hacer la obra en la sala “Galán”, porque “es una sala muy importante para el grupo y para Tito. Era el lugar de ensayo del grupo, siempre después de las 22, y luego nos íbamos a comer empanadas al restorán Doña Carmen”, cuenta.

“Tito fue autor y director de un teatro distinto hasta ese momento, que fue el teatro regional. Todas las obras que él hizo estaban plagadas de imágenes bellísimas y música muy pensada para cada escena. Para nosotros, la música, en las obras de Tito, es un personaje más”, cuenta. “Yo entré en el grupo en el ‘89, con la obra ‘Chingoil company’ y hacía maquillaje, vestuario, etc, y a partir de ahí seguí colaborando siempre detrás de escena”, recuerda. Luego Gladys se dedicó a la escritura en teatro, hizo varias obras para distintos grupos, y mencionó que su obra “El rancho de goma”, que se hizo en 2019, nació de anécdotas que contaba Tito Guerra, más algunas imágenes de ficción que imaginó ella misma, y condimentos de actualidad.

Sobre la valoración de Tito Guerra y su aporte al teatro de Jujuy, Gladys mencionó: “Él comenzó a trabajar con lo mágico en el escenario, en un momento en que el teatro en Jujuy era muy tradicional. Rompe con lo clásico, como por ejemplo, no tener utilería. De pronto ibas a ver ‘Casa de piedra’ y veías el escenario vacío. Incluso esto a veces le jugó en contra porque la gente no estaba acostumbrada. Tuvo muchos detractores, y muchos seguidores. Fue una persona muy discutida, pero muy admirada. Y su grupo, fue un semillero, Ale (Aldana), Dante (Quispe), Silvia (Gallegos), etc. tenía alrededor de 17 años cuando comenzaron”, comenta. “Creo que Tito tuvo más seguidores fuera de la provincia”, concluyó.

Dicen sus compañeros Dante Quispe, que “todo texto nacional o universal de teatro que llegaba a las manos de Tito, lo comparaba con la realidad jujeña. A través de la gran herramienta que es el teatro, él llevaba el quehacer, la voz, la presencia, la caracterización de los personajes, a un modo distinto, cotidiano.

Empezaba con algunas situaciones especiales que nos toca vivir, como el carnaval, la chaya, el pim pim, o el sueño del provinciano de superarse y estar mejor. Él era un buen lector, no sólo de textos teatrales, sino de poesía, y además escuchaba mucha música, por lo que tenía un capital extraordinario que ponía de manifiesto en sus obras”, dice. “Siempre nos llevaba a incursionar, vivíamos experimentando, explorando sensaciones nuevas, y eso hacía que sea totalmente distinta la forma de hacer teatro, a través del compromiso del actor consigo mismo y con el público, con un texto y careciendo de escenografía.

Era muy minimalista, recurriendo a las distintas técnicas de actuación que había inculcado en nosotros”, explica. “Guerra se proponía buscar el teatro propio, para no hacer sólo el teatro rioplatense que se hacía en ese momento. Tomó relevancia desde el hecho de trabajar desde la localía, con nuestra forma de hablar interpretando algunos textos universales”, contó, “él decía que, en el interior del país, no se vive del teatro, sino que se muere del teatro, y él murió antes de concluir obras que teníamos pendientes”, concluyó.

Silvia Gallegos por su parte expresó: “Guerra cumpliría 80 años, y nosotros recordamos a un creador indispensable del teatro jujeño. Tito murió demasiado joven, en pleno proceso de nuestras producciones, pero dejó una huella que sigue marcando nuestro modo de hacer escena”, cuenta. “Tuvo la lucidez y la valentía de sacarnos del molde del teatro rioplatense para llevarnos hacia una poética propia, popular y profundamente nuestra. Con él comenzamos a transitar un teatro arraigado en la identidad andina, en el pensamiento de Fausto Reinaga y en las preguntas que ya nos hacía Rodolfo Kusch”, continúa Gallegos. “Tito fue un visionario. Lo que imaginó en los años ‘80 es el teatro que seguimos haciendo hoy. Su legado no es nostalgia: es una práctica viva que continúa respirando en cada obra”, asegura.

Carlos Soruco rescata del legado de Guerra, dos muy importantes “una de ellas es que buscó y encontró un lenguaje popular para el teatro que hizo, y encontró el camino para poner en el escenario al teatro regional. Todas sus obras resaltan estas dos cosas.”, comentó. Por su parte, Alejandro Aldana, expresó: “Tito Guerra es un ícono del teatro regional jujeño. Se animó a romper las estructuras, en un momento en el que el teatro regional estaba muy subestimado. En los ‘80 y entrados los ‘90, él platea una propuesta donde el teatro regional se manifiesta a través de personajes muy locales con un lenguaje muy respetuoso de nuestro lugar. Su dramaturgia se construye a partir del lenguaje. Él decía que la forma en que decimos las cosas, forman, o construyen el espacio teatral que nos circunda”, definió.

Y agregó Aldana: “Y en lo personal, para mí fue un padre adoptivo. Me llegó en mi adolescencia y en primera juventud. Sólo tengo agradecimiento hacia él, por haberme dado oportunidades únicas, de haber encarnado personajes icónicos, tanto en el teatro clásico como en el teatro regional. Mi recuerdo permanente a quien supo pelear por el teatro jujeño, no sólo en la provincia, sino también en la región y en la nación”.

Fuente: eltribunodejujuy.com

Artículos Relacionados

Volver al botón superior